Esta es la primera crónica que he tenido que hacer para la asignatura de "Escritura para los Medios de Comunicación" de 1º de Periodismo. El tema es acerca de "Un lugar alternativo de Madrid".
“PRÓXIMA PARADA: SANTIAGO BERNABÉU”
Pasan unos minutos de la media noche. El frío acecha. Comienzan a caer las primeras gotas de lluvia. Visiblemente es un buen día para el aficionado madridista, prueba de ello se refleja en sus rostros. El Real Madrid sale victorioso una jornada más. Y a merced de los comentarios a la salida del santuario del fútbol, con un juego convincente. Los hinchas más veteranos hacen de la prudencia su mayor virtud. Al contrario que aquellos más jóvenes, que en un alarde de euforia, sacan a relucir el traje de gala de la inexperiencia.
Miles son los fanáticos que se congregan cada semana en el monumento blanco, es decir, personas preocupadas o entusiasmadas ciegamente por algo. El Santiago Bernabéu es un lugar de peregrinaje tan genial como irreverente. No importa la nacionalidad, ni la posición social. Si hay algo que une el deporte rey, es la pasión por unos colores. La palabra magia va asociada al coliseo de Chamartín, lo que le convierte en único en el mundo. El ambiente que se respira es incomparable, así como el espectáculo, que transforman al Bernabéu en un estadio elevado a la categoría de élite. Pequeños detalles que marcan la diferencia.
Su pasado está lleno de gloria y su futuro es aún más prometedor. A la espalda, más de un siglo de historia. Lleva por nombre a uno de los presidentes más ilustres que ha tenido la casa blanca, artífice de la construcción del actual estadio de Concha Espina. La fachada exterior del templo, con una tonalidad gris oscura, tal vez apagada, encierra un corazón teñido de blanco. En uno de sus ventrículos, guarda una cámara donde se esconden los tesoros cosechados de un valor incalculable. Más que una de las siete maravillas del mundo, el Santiago Bernabéu se ha convertido en un símbolo mundial. En él, todos hablan un mismo idioma: fútbol.
Fabio Ingoglia.
